miércoles, 11 de septiembre de 2013

LA APICULTURA EN EL PAÍS(a gran escala) NO TIENE FUTURO, POR SUERTE LOS APICULTORES NO LO SABEN

La apicultura es una actividad que tiene un valor económico que excede ampliamente el que corresponde a la venta de la miel y otros productos de la colmena. La polinización que las abejas proveen a las plantas  está valuada en miles de millones de dólares por año y el valor social que la misma tiene al fijar a la gente al campo es  mayor a este valor. El lograr que los habitantes del interior del país no se mude a las grandes ciudades a vivir en viviendas precarias realizando actividades informales, o quizás sin proponérselo ingresar en la delincuencia y/o el narcotráfico, hace un aporte innegable desde el punto de vista social y tiene también un importante  valor económico.

El ya  fallecido Ingeniero Gustavo Zapata de Uruguay siempre hablaba de un trabajo que no llegó a terminar,  el mismo  mostraba que el valor económico de las abejas puede calcularse cercano a las  28 veces el valor de la miel que la colmena produce.

En forma concurrente, la Argentina ha sido un gran productor y exportador de miel, si bien el los últimos años los volúmenes exportables han disminuido a pesar de los mejores precios que existen en el mercado internacional.

Ante estas realidades, resulta inexplicable las actitudes del Gobierno Nacional que ha tomado una serie de medidas afectando en forma concurrente  al sector apícola,  produciendo la disminución de los saldos exportables tal lo mencionado y han llevado al sector a una falta de rentabilidad y crisis financiera. Algunas de esta medidas son:
  • La utilización de un sistema de  anclaje del tipo de  cambio como una forma de combatir la inflación. Esto ha ocasionado una pérdida de competitividad de las exportaciones de miel de Argentina, situación que también ha afectado a otros sectores de la economía. Situación que en cierta medida se ha visto morigerada por los altos precios de la miel a nivel internacional, los cuales están muy por encima del promedio histórico, pero que también ha sido un impedimento mayor para que el sector no  haya podido aprovechar estos buenos momentos.
  • El atraso en la devolución del Impuesto al Valor Agregado a los exportadores de miel, que en algunos casos tiene no meses sino años, ha producido una reducción del precio pagado a los productores por la miel , agudizado a partir del año 2009 cuando el problema se volvió endémico. Esto ha producido que los apicultores reciban menor porcentaje del valor que se vende la miel al exterior.
  • Los organismos del estado  no realizan ningún control  a los datos publicados sobre el precio de la miel  por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.  Información  tomada como referencia por los más de 35,000 apicultores del país para fijar el precio de venta de su producto.  Precios irrisorios, desactualizados y fuera de mercado, los que el sector apícola del Ministerio de Agricultura  finge no ver, han producido y producen daños inmensurables en las economías de los pequeños productores, para el regodeo de algunos vivos que lucran de los pequeños productores.
  • Valores muy altos para la inspección de los contenedores con miel  en las plantas de los exportadores, servicio a cargo del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria SENASA. Este servicio que fue descentralizado hace ya unos años, es prestado por inspectores zonales que utilizan automóviles que no se condicen con los sueldos de un funcionario público. Éstos algunas veces estarían presentando   facturas  de familiares directos o de estaciones de  expendio de combustible ignotas, para evitar remitir estos fondos a las oficinas centrales del organismo. Es indudable que este  costo lo paga el apicultor, ya que recibe menos por su miel.
  • El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria SENASA ha venido publicando durante más de diez años, tal como lo hace el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, los volúmenes y montos de las exportaciones.  Estos datos son de crucial importancia para calcular los precios a los que se vende a  los diferentes destinos y el valor que recibe el productor apícola del precio de exportación.  Desafortunadamente el  Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria SENASA ha decidido a partir de Enero de este año discontinuar la provisión de los montos, que curiosamente los vende una empresa privada. Los únicos afectados son los apicultores que no pueden hacer el necesario control de cuanto les pagan los exportadores del precio que ellos reciben por la miel exportada.
  • La  imposición a la miel de un impuesto a la exportación, del 10% del valor FOB, se basó en la necesidad de desacoplar los precios internos de los internacionales, ante la eventualidad que estos últimos suban. Si bien no hay datos concretos se sabe que por lo menos un 95% de la miel que se produce en el país se exporta, situación que invalida el argumento que motivó este impuesto. Quizás por ello la Señora Presidente prometió devolver el 50% de  este impuesto a los apicultores, algo que desafortunadamente no ocurrió.
  • Es sabido que la miel paga un impuesto del 17.3% para ingresar a la Comunidad Económica Europea, muchas han sido las promesas y los argumentos esgrimidos por las autoridades gubernamentales a lo largo de estos últimos años para justificar la demora en negociar una eliminación o al menos reducción de esta cifra, algo que Chile logró y  la Argentina no. Cabe destacar que de reducirse este impuesto a cero, los apicultores recibirían  en $ 15.70 y 16.90 por kilogramo de  miel, utilizando los valores de la Bolsa de Cereales como base de cálculo.
Parafraseando lo que está escrito en una pared  en la agencia del espacio de los Estados Unidos NASA,  que dice que según su aerodinámica las abejas no pueden volar, pero que por suerte ellas no lo saben, es que titule esta nota.

Espero que tal como lo han hecho los científicos que llevaron al hombre a la luna a pesar de los problemas aerodinámicos, algún funcionario lea este artículo, analice lo que aquí se dice y de ser correcto tome las medidas correspondientes, algunas de ellas muy fáciles de implementar. Esto a fin de brindar un ambiente amigable para que los apicultores puedan trabajar, colaborando con la biodiversidad, la polinización, generando  riqueza para el país y  así poder  mantener a a sus familias de manera decorosa  sin abandonar   la actividad.
FUENTE: Apinews.com.ar

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