Expertos advierten que están sufriendo; miel que producen cayó a la mitad.-
 Un uruguayo perdió 100 colmenas con cerca de seis millones de abejas. 
"Se fueron", lamentó. En EE.UU. esto se conoce como "colapso de las 
colonias". Expertos advierten que el fenómeno no está instalado en 
Uruguay pero sería cuestión de tiempo.
Álvaro visitó sus colmenas. Vio los panales, el
 estado general de las abejas, su actividad, el alimento, las crías, la 
producción de miel, todo estaba en  orden, aparentemente. A los 15 días 
volvió. No estaban.
"Eran unas 100 colmenas", rememora en diálogo con El 
País, Álvaro Guerrero, presidente de la Sociedad Apícola Uruguaya. 
Productor del sector,   tenía 200 colmenas, por lo cual pudo continuar 
con su empresa pero asegura que la pérdida  (registrada hace unos años) 
lo afectó considerablemente.
Según cuenta, encontró los panales vacíos, sin rastro 
de las abejas. En la mayoría se había ido la reina incluida. Si se 
considera que cada colmena tiene una cantidad promedio de 60.000 abejas,
 la cantidad que desapareció ronda los 6 millones.
Curiosamente, el apicultor no encontró testimonio 
alguno de alguien que viera los cadáveres o las abejas en movimiento a 
través del campo. Hasta el día de hoy no sabe qué sucedió.
"Quedaron los cajones vacíos y la colmena abandonada, 
con las reservas de miel incluidas", rememora. "De tener un apiario con 
30 cajones llenos a punto de cosechar, fui y encontré todo vacío. Había 
unas pocas muertas y el resto no estaba. Se fueron las abejas".
Guerrero no es el único productor que ha pasado por 
esta situación en Uruguay. Según cuenta, el problema de la mortandad de 
las colmenas ha incidido en que la cantidad de apicultores en pocos años
 haya  bajado de 4.500 a 3.100. Algunos perdieron todas sus abejas.
Entre las razones que se consideran como posibles 
para este fenómeno están la acción  de gérmenes que agreden a las 
abejas, el uso de pesticidas en la agricultura, cambios en el  clima y 
hasta la tecnología de los dispositivos móviles (las antenas podrían 
desorientarlas).
El problema ha hecho estragos en el hemisferio norte.
 En Estados Unidos alcanzó tal nivel y fue tan impactante que se definió
 como un problema en sí mismo: "problema de colapso de las colonias" o 
"síndrome de despoblación de colmenas" (en inglés colony collapse 
disorder).
Karina Antúnez, doctora en Ciencias Biológicas e 
investigadora del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente 
Estable (IIBCE) asegura que en Uruguay el fenómeno todavía no es tan 
serio como para hablar de un síndrome de desaparición establecido como 
en los países del hemisferio norte.
"Colapso de las colmenas en Uruguay no hay, sí hay 
pérdida de colmenas", matizó Antúnez, referente en la materia. El IIBCE 
relevó un grupo de establecimientos durante dos años junto al Ministerio
 de Ganadería, Agricultura y Pesca y encontró muchos contaminados con 
varroa, un ácaro que ataca a las colmenas y las puede matar. En otros 
registraron errores del manejo de los productores.
En muchos, estos elementos se asociaron con la 
aplicación de pesticidas en las inmediaciones. Por ahora, apunta 
Guerrero, los productores han podido sustituir las colonias que pierden 
(sea por factores explicables o no), por lo cual la cantidad de colmenas
 a nivel país se ha mantenido estable.
Sin embargo, hay señas que ponen en alerta a los 
especialistas sobre la instalación del      fenómeno de desaparición. En
  cinco años la producción de miel en Uruguay pasó de ser 36 kilos por 
colmena a ser solo 17.
Antúnez asegura que en la medida en que todos los 
factores de riesgo presentes en países del norte ya están en Uruguay, la
 instalación del síndrome como tal sería cuestión de tiempo. "Los 
agrotóxicos, los monocultivos, los pesticidas, ya están debilitando las 
colmenas, eso es seguro", subraya.
Cuando hay grandes plantaciones de una única 
especie, como ser un tipo de eucalipto o soja, la abeja ingiere un único
 polen y su sistema inmune se ve afectado, es decir, pierde defensas 
para protegerse de los patógenos que la atacan.
Otro elemento que para la especialista debería ser 
controlado es el ingreso de abejas de países vecinos. Desde Argentina o 
Brasil, advierte, se traen abejas que es posible vengan con cepas de 
ácaros y virus  más agresivos que los que hay en Uruguay. Las abejas 
locales podrían no estar protegidas para defenderse de ellos.
En otros casos, los pesticidas las alcanzan 
directamente.      Se rocía sobre un monte y las abejas se encuentran en
 la zona más baja polinizando, por ejemplo. Tampoco está claro qué puede
 estarles causando el polinizar soja transgénica.
Consecuencias.
El síndrome de desaparición de abejas en el mundo 
fue tapa de la revista Time en agosto. "Un mundo sin abejas. El precio 
que pagaremos si no nos damos cuenta qué las mata", fue su título.
Es que la problemática va mucho más allá de un tema 
    de pérdidas del insecto en sí.  Se estima que solo en Estados Unidos
 el valor de las abejas al polinizar flores de plantaciones y cultivos 
se cuantifica en unos 15.000 millones de dólares.
La cifra se desprende de productos que nacen gracias
 a que ellas polinizan las plantas. Su función potencia el rendimiento 
de cultivos al punto que su pérdida podría ocasionar una carencia 
notable de alimentos, afectando entre muchos otros a cebollas, zapallos,
 espárragos, manzanas, pepinos y soja.
Guerrero apunta que el efecto en Uruguay puede 
ilustrarse con los zapallos. "Si aislás una flor y no tiene acceso a 
insectos polinizadores, aborta, no genera un zapallo", ejemplifica.
"Entre todos esos polinizadores, pongamos que 60% 
son abejas. El dato es estimado pero quiere decir que 60% de la 
producción nacional de zapallo depende directamente de ellas".
En el caso de los tomates, si las plantas son 
polinizadas se descartan 10% menos; lo mismo sucede con las manzanas y 
los arándanos. "Y la soja polinizada produce más granos por chaucha y 
más peso por grano", agrega Guerrero.
Antúnez advierte que la pérdida de abejas podría 
afectar fuertemente al país. Un hecho sencillo pero real es que podría 
tener menos flores, no solo menos alimentos naturales.
"Hay un montón de factores que están afectando a la 
apicultura en Uruguay, vamos a ver las consecuencias" si no hacemos 
algo, asegura la especialista de cara a los próximos años.
LAS CLAVES TRAS DEL SÍNDROME
-Se llama problema de colapso de colonias (o Colony 
Collapse Disorder, CCD, por sus siglas en inglés) a un fenómeno que 
comenzó a comienzos de la década del 2000 por el que una cantidad 
considerable de abejas obreras de una colmena desaparecen abruptamente 
sin dejar rastros.
-Aunque estas desapariciones han ocurrido 
anteriormente a lo largo de la historia de la apicultura, el término 
problema de colapso de colonias se aplicó por primera vez tras   un 
crecimiento drástico del número de desapariciones en colonias de abejas 
en Norteamérica a finales de 2006.
-A partir de 2007, los apicultores europeos 
observaron fenómenos similares en Bélgica, Francia, Holanda, Grecia, 
Italia, Portugal y España, y también se emitieron informes preliminares 
en Suiza y Alemania, aunque en menor grado, mientras que la Asamblea de 
Irlanda del Norte recibió en 2009 informes de descensos superiores al 
50%.
-Las causas del síndrome no se comprenden bien, 
aunque muchas autoridades en la materia atribuyen el problema a factores
 bióticos, como los ácaros varroa o a otras enfermedades de las abejas, 
incluyendo la nosema apis o el virus de parálisis aguda de Israel. 
También se han propuesto como causas el estrés por cambios en el 
entorno, la   desnutrición o los pesticidas.
-De forma más especulativa, se ha aludido a la 
radiación provocada por teléfonos móviles y al efecto de las cosechas 
modificadas genéticamente para incorporar un control de plagas, aunque 
no hay pruebas para ninguna de estas dos posibilidades.

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