En un estudio alemán en el que se liberaba una cierta cantidad de abejas
en un campo de colza transgénica y después se alimentaba a las abejas
jóvenes con polen de la misma, los investigadores descubrieron que las
bacterias del interior de las jóvenes abejas absorbían las trazas de los
genes modificados de la colza. Esto demuestra que el ADN de los
transgénicos del polen puede transferirse a las abejas mediante su
aparato digestivo.
En la actualidad, muchos apicultores están alimentando a sus abejas mediante jarabe de maíz de alto contenido en fructosa. Este jarabe está elaborado con el maíz transgénico de Monsanto, que además se trata con los insecticidas neonicotinoides de Bayer. Las colonias de abejas empezaron a desaparecer en EEUU un año después de que la EPA permitiera estos nuevos insecticidas en el mercado, entre 2004 y 2005. Incluso la propia agencia admite que el “envenenamiento por pesticidas” está contribuyendo al CCD.
En la actualidad, muchos apicultores están alimentando a sus abejas mediante jarabe de maíz de alto contenido en fructosa. Este jarabe está elaborado con el maíz transgénico de Monsanto, que además se trata con los insecticidas neonicotinoides de Bayer. Las colonias de abejas empezaron a desaparecer en EEUU un año después de que la EPA permitiera estos nuevos insecticidas en el mercado, entre 2004 y 2005. Incluso la propia agencia admite que el “envenenamiento por pesticidas” está contribuyendo al CCD.
Uno de los efectos que se han observado de estos insecticidas es el
debilitamiento del sistema inmunológico de las abejas. Las obreras
llevan el polen cargado de pesticida a la colmena, donde el resto de las
abejas lo consumen. Seis meses más tarde, sus sistemas inmunológicos
fallan y los animales empiezan a padecer infecciones naturales en las
abejas, tales como parásitos, ácaros, virus, hongos y bacterias. De
hecho, los patógenos tales como el Ácaro Varroa, el Nosema, ciertas
infecciones fúngicas y bacterianas y el virus israelí de parálisis aguda
(IAPV) se detectan con mucha frecuencia en colmenas al borde del
colapso.
Los “neónicos” son un veneno para el sistema nervioso de los insectos que desorienta a sus víctimas y parece dañar la capacidad de las abejas para encontrar sus hogares, lo que podría ofrecer una respuesta al misterio de sus desapariciones.
Esta fue la conclusión a que llegaba la prestigiosa revista Science. En otro estudio llevado a cabo por entomólogos de la Universidad estadounidense de Purdue, los investigadores descubrieron que, si se liberaba al aire polvo con un cierto contenido en “neónicos” durante la época de siembra, se advertían “efectos letales comparables al fenómeno de la pérdida de las colonias que están sufriendo los apicultores”.
Un tercer estudio llevado a cabo en la Facultad de Salud Pública de Harvard fue capaz de recrear el síndrome de colapso de las colonias en diversas colonias sencillamente administrando pequeñas dosis de un “neónico” popular, el imidacloprid.
FUENTE:http://www.portaldelapicultor.com/2013/06/ya-sabemos-quien-mata-las-abejas.html
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