Los
dirigentes rusos declaran estar más que preocupados por la desaparición
manifiesta de abejas. Se estima que en EE.UU. han desaparecido
masivamente. Y lo mismo se reconoce en diversos mapeos europeos.
Suponemos que los rusos han registrado algo similar. En efecto, Putin
acaba de ponerle un ultimato a EE.UU. conminando a su gobierno a que
disponga medidas contra los gigantes de la ingeniería genética que se
han ido adueñando de la agroindustria sobre la base de semillas
transgénicas.
Como
prueba y expresión del autismo planetario que vive Argentina en
particular y la “República Unida de la Soja”1 en general, los debates de
hace apenas un mes entre los gobiernos ruso y estadounidense sobre la
progresiva extinción de las abejas ha sobrevolado nuestras ausentes cabezas, como si la fumigación aérea que se ha
enseñoreado en “el país de la soja” hubiese
hecho ya efecto adentro de ellas.
En efecto, Putin acaba
de ponerle un ultimato a EE.UU. conminando a su gobierno a que disponga
medidas contra los gigantes de la ingeniería genética que se han ido
adueñando de la agroindustria sobre la base de semillas transgénicas.
Los dirigentes rusos declaran estar más que preocupados por la desaparición manifiesta de abejas.
Se estima que en EE.UU. han desaparecido masivamente. Y lo mismo se
reconoce en diversos mapeos europeos. Suponemos que los rusos han
registrado algo
similar.
Dando prueba de su capacidad de reacción (ya
veremos de dónde proviene tanta “capacidad”) Monsanto ha hecho públicos dos “acontecimientos”: en primer lugar ha comprado la compañía que investiga (¿aba?) la desaparición de abejas. La empresa se denomina (¿aba?) Beeologics y
estaban empeñados en crear un medicamento antivirósico puesto que
habían llegado a la
conclusión de que las abejas están desapareciendo masivamente por la
pérdida del
sentido de orientación (que hace que en lugar de un 100% o un 99% a
veces no lleguen a un 6% de retorno) provocado… por un virus.
Otras investigaciones que trabajan sobre el mismo problema, la extinción galopante de abejas,
dudan de la existencia de semejante virus (y por lo tanto del valor, de
la posibilidad, de un agente antivirósico) porque abonan otra pista:
alteraciones sufridas por las abejas provenientes de… agrotóxicos. Que
existen en el polen de las flores que liban las abejas y que las
desorientan. Y por lo tanto, el avance de la agroindustria con su
consiguiente “paquete tecnológico” con venenos incluidos sería el
causante directo del abejicidio. Gran parte de tales agrotóxicos son
producidos, en el mundo entero,
por Monsanto (“escoltado” por Syngenta, Bayer, Dupont y un corto etcétera).
La pregunta del millón es: ¿a santo de
qué Monsanto pudo tener interés en comprar Beeologics?
No podemos creer en un repentino interés por reconocer las causas de la
pérdida masiva de abejas mientras se les acrecienta “maravillosamente”
el éxito del agribusiness mediante contrarreformas agrarias y
acaparamientos de tierras en prácticamente toda la periferia planetaria,
incluidos los gobiernos títeres ultraliberales o los progresistas del
Cono Sur americano. Más bien nos tememos alguna jugarreta para desviar
el interés o la investigación,
actividad “laboratoril” en la que este consorcio tiene experiencia.
En segundo lugar, ni corto ni perezoso, mientras deglute a Beeologics, Monsanto ya
ha ofrecido la “solución” ante las “disfuncionalidades” tecnológicas:
un nuevo eslabón tecnológico, como si los desarrollos tecnológicos
fueran parte de la solución y no del problema que tenemos cada vez más
en todo el planeta.
Esa solución, aunque cause vergüenza ajena decirla, son robots, abejas robots. En rigor, minidrones que se encargarían
según los calenturientos think tanks de Monsanto de polinizar como si fueran los insectos alados que polinizan por los menos el 75% de las plantas del mundo desde hace
millones de años.
Observe el sufrido lector que “la solución”
ofrecida reconoce tácitamente el biocidio; el exterminio de especies,
en este caso animales, y de enorme trascendencia para la vida planetaria
en general (reproducción del reino vegetal) y la humanidad en
particular…
Pero además, basta pensar en el despliegue
energético de una abeja, agitando sus alas y llevando y trayendo polen y
néctar. “Aviones” que no pesan ni un gramo…. y ahora piense, lector, en
lo que pesarán los minidrones que harían ese trabajo, y su consiguiente
gasto energético, no ya en los millones de flores de un campo sino en
los billones, trillones de flores que en la Tierra existen. Ciertamente,
conociendo a Monsanto, todos estiman que las abejas-robot tendrían un
solo fin: mantener los cultivos agroindustriales, es decir que la
extinción de abejas significará la pérdida de polinización para bosques,
praderas, cordones fluviales,
costas, zonas de montaña, y el largo etcétera de que está compuesta,
todavía, nuestra biosfera.2
Llamativamente, el verdadero
escándalo de la desaparición de abejas, que también se registra en el
sur americano ?hay testimonios de apicultores? no ha entrado en los
circuitos informativos habituales, ni televisivos ni gráficos, ni Ka ni
antiKa…
Pero la crisis de las abejas es apenas una faceta de
las últimas “movidas” de Mon-santo. Este año, particularmente ha
registrado varios otros asuntos, a cada cual más preocupante que el
anterior aunque en nuestras latitudes platenses apenas si han llegado a
la tapa de los diarios o a los zócalos televisivos. “Nuestro” ministro
de Agricultura, Norberto Yahuar, más precisamente denominable como
embajador de Monsanto en Argentina, no ha entendido necesario atender
tales cuestiones…
El presidente Obama, con su función al servicio de los poderes corporativos, y tal vez previendo la resistencia creciente a los productos transgénicos,
ha “avanzado” en su complicidad con la expansión monsantiana de venenos
en el planeta. A fines de marzo de 2013, el 26, firmó con fuerza de ley
una Protection Act que impide cualquier tipo de demandas ante
empresas productoras de semillas transgénicas que sobrevengan por los
resultados que den tales semillas.
Una verdadera ley de Irresponsabilidad Social Empresaria
Una
verdadera ley mafiosa.
Donde el “productor” se protege, mejor dicho es protegido de antemano,
por el
poder “público” eludiendo toda responsabilidad sobre lo que pone en el
mercado. Si hasta ahora teníamos un capitalismo “voraz e insaciable”,
como se lo suele tipificar, ahora se trata, además, de un capitalismo
impune que no necesita escabullirse a causa de daños por sus obras. Está
defendido de antemano.
La irresponsabilidad asumida y el
“todo vale” de estas “disposiciones” la hacen equiparable a aquellas
otras decisiones presidenciales como la de Richard Nixon en 1970 cuando
los dólares pierden la última atadura con el oro, como si fuera la
última prenda en un proceso de strip-tease.
Es contra esa “protección” del agente de Monsanto en la Casa Blanca que los dirigentes rusos han reaccionado.
Pero Monsanto parece estar permanentemente a la ofensiva. Seguramente que sabe con qué bazas juega. La pandilla deObama se
caracteriza por haber reclutado “generosamente” personal de Monsanto
para su Casa Blanca.3 El periodista estadounidense Jon Rappoport ha
hecho un relevamiento muy significativo de cómo Obama fue “armando” su dream team:4
en puesto clave del Ministerio de Agricultura, Tom Vilsack, el
gobernador de Iowa, mascarón de proa del Governor’s Biotechnology
Partnership [Liga de gobernadores partidarios de la ingeniería
genética]; como hombre de confianza en la FDA [Dirección Nacional de
Alimentos y Medicamentos, órgano “madre” del supuesto control sobre lo
que ingieren los norteamericanos] el que Rappoport califica “zar” de las
cuestiones de seguridad alimentaria ?Michael Taylor? quien ha usado
profusamente las “puertas giratorias” pasando de Monsanto a gobiernos y
de gobiernos a Monsanto repetidas veces en las
últimas décadas. Porque los gobiernos pasan, pero Monsanto queda; el
representante para el comercio agrícola ha sido Islam Siddiqui, un ya
viejo y conocido lobbysta… de Monsanto, claro.
Un personaje que fuera hasta recientemente clave en el equipo de Obama,
la mujer que gorgojeara tan festivamente al enterarse del asesinato
atroz y patoteril de Gadafi, Hillary Clinton, ha trabajado por años para
un bufete que ha representado… a Monsanto. Y la jueza de la Corte
Suprema de EE.UU. designada por Obama, Elena Kagan, fue en su actividad
abogadil defensora de Monsanto…
Monsanto tiene más “eventos transgénicos” aprobados durante la presidencia de Obama, que bajo ninguna otra, igual que la era K en la más reciente historia transgénica argentina…
La
runfla que nos muestra Rappoport es altamente significativa: Bill
Gates5 y George Soros son grandes accionistas de Monsanto. Y nos informa
que la presidencia Obama tuvo antes un único contribuyente mayor que
estos multimillonarios: Goldman Sachs. Sobran las palabras.
Precisamente
por sentirse tan fuerte, Monsanto no parece perdedor ni siquiera en
escaramuzas como la que acaba de descubrirse, en Oregon, EE.UU.
Plantaciones de trigo transgénico que, ahora se sabe, venía siendo
cultivado desde hace
años.
Hecho significativo, puesto que el trigo transgénico ni
siquiera está legalizado (Monsanto tuvo que suspender sus intentos de
introducirlo en el mercado por la resistencia muy generalizada alrededor
del año 2000) aunque desde hace aproximadamente un año ha vuelto a
anunciarlo, pero figurando todavía en la etapa de “aprobaciones
legales”; por eso lo de Oregon resulta medio un misterio: la existencia
en cantidades apreciables de un trigo que no se consideraba podía
existir ha despertado estupor y la reacción, apoyada por más y más
investigaciones que revelan los peligros, nada leves sino bien graves
del suministro de plantas transgénicas a diversas especies, ha disparado
la alarma.
Se ha producido una verdadera corrida de los
mercados trigueros, aunque “por casa” “todo bien”. Tampoco ante esto, la
sociedad argentina y sus circuitos mediáticos, parecen haber
reaccionado. Ni los medios K ni los antiK parecen enterados (salvo las
previsibles “noticias” que puedan haber
aparecido en página par a una columna, bien abajo y con letra chica),
pese al carácter público de la info. Observe el lector que Japón, Rusia y
Corea del Sur, por ejemplo, han suspendido TODAS sus compras de trigo a
EE.UU. En Europa, países como Hungría han decidido incluso la quema de
cultivos de trigo presuntamente transgénico (algo que el país ya había
efectivizado, en 2011, con maíz transgénico).
Pero aquí seguimos en el-mejor-de-los-mundos agrícolas.
Y
la imagen de un Atila hipermoderno y altamente tecnologizado se ajusta
como el guante a la mano sobre “nuestros” campos. Mientras, en avisos
radiales, por ejemplo, los asesinos de la naturaleza hacen propaganda
invocando “mulitas inteligentes” (Nidera) que adoptan la tecnología
salvadora. ¡Mulitas que están desapareciendo junto con el resto de la
fauna y flora de los monocultivos industriales! En todo caso, el
ecocidio salva no mulitas sino dólares,
campestres o ka…EcoPortal.net
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