Después de analizar 500 colmenas en apiarios del país, investigadores de la UN encontraron que las abejas en Colombia presentan muy bajos índices de enfermedad o ningún síntoma, gracias al manejo sin químicos por parte de los apicultores. Ahora, el estudio apunta al avance de programas para el mejoramiento genético de estos polinizadores.
Los apicultores colombianos manejan las abejas sin aplicar sustancias químicas como acaricidas o antibióticos. foto: cortesía Umberto Moreno |
En Estados Unidos, el Departamento de Agricultura reportó la
desaparición, entre 2013 y 2014, del 23,2 % de colmenas, a causa de pesticidas.
En los países europeos, entre tanto, las tasas de mortalidad de colonias de invierno variaron del 3,5 % al 33,6 %, entre 2012 y 2013, según el Laboratorio de Referencia de la UE para la Salud de las Abejas (EURL, por sus siglas en inglés).
Ante esta preocupante pérdida poblacional en el mundo y para preservar especies, en varias naciones se han empezado a estudiar estos insectos en términos de nutrición, tóxicos, agentes infecciosos y cultivos extensivos. Las abejas no solo se encargan de producir miel, propóleos, cera, apitoxina, jalea y polen, sino que también realizan la polinización, por lo cual es claro que sin ellas la seguridad alimentaria se vería afectada y la producción de alimentos de origen vegetal quedaría restringida a pocas especies.
En Colombia, sin embargo, no se ha presentado la desaparición por enfermedades reportada en otras naciones, según investigadores de la UN.
La apicultura inició en el país con abejas europeas, reconocidas por ser mansas. No obstante, en la década del 70 ingresaron las africanizadas, cuyo rasgo característico es que son menos dóciles, lo cual generó una resistencia a emplearlas de forma productiva. Esto hizo que muchos apicultores desistieran de la actividad y que las instituciones gubernamentales apoyaran poco al sector.
Lentamente se aprendió a trabajar la Apis mellifera africanizada y la apicultura comenzó un proceso de resurgimiento, con un valor agregado frente al entorno mundial, gracias al manejo que le dieron los apicultores, quienes no emplearon productos químicos para enfrentar enfermedades tan graves como la varroasis, que causa putrefacción en las abejas.
Según la profesora de la Universidad Nacional de Colombia, Judith Figueroa, “las enfermedades de las abejas africanizadas no habían sido estudiadas en el país, por lo cual fue necesario generar un reporte de su estado sanitario, encaminado a caracterizar las causadas por hongos, bacterias, virus y parásitos”.
Durante tres años, investigadores de la UN, apoyados por Colciencias, trabajaron en ese aspecto en tres departamentos: Sucre, mayor productor de miel; Boyacá, mayor productor de polen; y Magdalena, específicamente en la Sierra Nevada, donde hay un ecosistema alternativo para su diversificación. Con el apoyo de las organizaciones Arpa, Asoapiboy y Apisierra, se visitaron cerca de 3.000 colmenas, de las cuales se muestrearon 500.
Enfermedades vigiladas
El equipo investigador trabajó en tres frentes para generar parámetros de diagnóstico, de acuerdo con las enfermedades que deben ser rastreadas según la Organización Mundial de la Salud Animal (OIE).
El primero de ellos se enfocó en las enfermedades parasitarias. Estas son causadas por Acarapis, un ácaro muy pequeño que vive en la tráquea; Nosema, microsporidio que se aloja en el tracto digestivo; y Varroa, ácaro visible al ojo humano que más estudios tiene en el mundo. Este último succiona la hemolinfa (sangre de la abeja) y debilita al insecto. Además, se reproduce en las crías y cuando hay niveles de infestación muy altos puede causar la pérdida de la colonia.
En los apiarios evaluados, los investigadores encontraron que el Varroa no estuvo por encima del 10 %. Datos concretos muestran que en Europa cuando se encuentra por encima de esta cifra hay que usar acaricidas y en el 30 % las abejas mueren.
La investigación también evidenció una presencia muy baja del Nosema, un caso aislado de Acarapis y ninguna evidencia del Tropilaelaps, uno de los ácaros más temidos.
En cuanto a enfermedades bacterianas, los expertos mencionaron la loque americana, que por fortuna no se encuentra en Colombia, pero que ha obligado a otros países a quemar las colmenas afectadas para evitar la propagación, ya que es devastadora y resistente al manejo. “El grupo de mejoramiento genético recomienda cambiar de reinas anualmente, introduciendo unas más fuertes y resistentes para mejorar la condición de la colmena”, resaltó el investigador Andrés Sánchez, encargado de la primera parte del estudio.
En el análisis de las enfermedades virales, la UN contó con el apoyo de los departamentos de agricultura de Estados Unidos e Israel, para la estandarización de las técnicas de diagnóstico, que fueron analizadas mediante procedimientos moleculares por el investigador de la UN Víctor Tibatá. “Estudiamos, entre otros, los virus de cría ensacada, el de alas deformadas, el de celda negra real y cuatro grupos que tienen que ver con enfermedades nerviosas”, señaló el académico.
Según los investigadores de la un, hay al menos 18 virus que afectan a las abejas, de los cuales 7 causan pérdidas importantes, como lo muestran estudios adelantados en otros países. La investigadora Figueroa indicó que el trabajo se centró en estos últimos 7, pues su prevalencia es baja y no causan enfermedades.
Abeja resistente
Tal como lo advierte el profesor Sánchez, los apicultores, a través del tiempo, hicieron una selección no planeada. En el país se ha venido desarrollando la apicultura como un mejoramiento genético y no a través de químicos, como ocurre en otras latitudes.
Al respecto destacó: “Probablemente gracias a que décadas atrás los apicultores colombianos optaron por manejar las abejas sin aplicar sustancias químicas (acaricidas o antibióticos), estas se seleccionaron en forma natural con comportamientos que les permiten estar muy saludables”.
Por su parte, la docente Figueroa resalta que la resistencia a las enfermedades también se da por la nutrición. Estudios adelantados en países donde desaparecen las abejas han mostrado que los monocultivos son uno de los grandes causantes de esta situación.
“Si las abejas están en un cultivo de girasol de varios kilómetros y no pueden volar sino en un radio de 3 km, tendrán una dieta deficiente. Esta condición, más los patógenos en el medio, contribuye a que la colmena se debilite y desparezca”, explica el experto.
“Colombia no cuenta con muchos monocultivos extensivos y todavía tenemos una biodiversidad interesante, pues las abejas están relativamente bien”, asegura.
Parte del estudio apuntó al avance de programas para el mejoramiento genético de estos polinizadores. Según el investigador Sánchez, a medida que encontraron cuáles abejas estaban en mejor estado y eran más resistentes, se realizó un proyecto para seleccionar y producir reinas, el cual estuvo a cargo de los investigadores Umberto Moreno y Rogelio Rodríguez.
El experto destacó que este mejoramiento se realiza con toda la tecnología: “Se hizo inseminación artificial, conociendo la genética de las reinas y la de los zánganos. Es un mejoramiento que solo se tiene en sitios avanzados, donde se pueden controlar las dos líneas parentales para generar resultados”.
Las abejas mejoradas se encuentran en manos de los apicultores, con lo que se espera a futuro continuar con este programa.
Considerando los buenos resultados y frente a los hallazgos de enfermedades, la profesora Figueroa se mostró confiada en que cuando el ica conozca esta información, legisle al respecto y proteja la apicultura de Colombia.
FUENTE: http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/abejas-colombianas-entre-las-mas-sanas-del-mundo.html
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