Catástrofe ambiental en la Región del BioBio!!
Millones de abejas muertas en Quillón y Liucura Alto
Desde mayo, cuando se les murieron millones de abejas, los
apicultores de Quillón y Liucura Alto, ubicados cerca del río Itata en
la Región del BioBio, buscan soluciones para continuar con su quehacer.
Pero SAG, entidad estatal encabezada por Anibal Ariztia a nivel
nacional, no responde a la emergencia que se extiende también a otras
comunas de esa región. Algunos productores apícolas perdieron todas sus
abejas, y otros, que quedaron sin cajones, sólo contemplan las
flamantes centrífugas para la extracción de miel compradas por ellos
mismos o en algunos casos, con apoyo de INDAP. No se está evaluando
hasta ahora la influencia de la desaparición de estos millones de abejas
en la polinización requerida para los cultivos frutales en esa región.
Hasta el año pasado, la versión oficial de SAG era que en Chile no había
incidentes que mostraran que en el país también se vivía el síndrome
del colapso global de las abejas. Mientras la política del gobierno de
Sebastián Piñera sigue con el slogan de “Chile Potencia Alimentaria”, la
realidad muestra lo contrario, con alimentos contaminados, altos precios de
frutas y verduras para chilenos y chilenas, y amenazas a la semilla
campesina, cuya anunciada privatización oscurece aun más este crítico
panorama.
Como se demuestra en este grave incidente, la pequeña agricultura
campesina sólo cosecha las externalidades negativas del modelo de
exportación agroindustrial, intensivo en uso de agroquímicos. En
cambio, las transnacionales como Monsanto, Pioneer y Bayer, productoras
de semillas híbridas y transgénicas, pero también de agrotóxicos,
redoblan su lobby para lograr nuevos privilegios a través del proyecto
de Ley de Obtentores Vegetales en trámite
en el Congreso que entrega inéditas garantías para su negocio,
incluyendo la prohibición del intercambio y guarda de semillas y el
derecho de los dueños de las patentes de semillas, a llevar a juicio a los productores que usen sus semillas, acusándolos de “piratería”.
Posibles causas
Los apicultores relacionan la mortandad de estos millones de abejas
con la aplicación de insecticidas tóxicos recientemente prohibidos en
Europa, que continúan siendo legales en Chile: Poncho (nombre comercial
del principio activo clotianidina), Gaucho (Imidacloprid) producidos
por Bayer y Syngenta, y otros agrotóxicos utilizados en cultivos de uvas
y cerezos. Otra causa de la mortandad, según los apicultores, son las fumigaciones
con agrotóxicos realizadas en las plantaciones forestales del sector,
un 80% de las cuales son de CELCO y las restantes, del senador
Hosain Sabat. Una tercera causa mencionada es que alimentos como la
fructosa y las pastillas vitaminizadoras, suministrados a las abejas y
recomendados oficialmente, están hechos con maíz transgénico que
envenena a las abejas.
Transgénicos en el BioBio
Por desconocimiento, los apicultores no incluyen el tema de los
cultivos transgénicos, pero en la región del BioBio, en Yungay, Los
Angeles y otras comunas, en la temporada 2012-2013 se cultivaron
3.019,23 hectáreas de transgénicos experimentales y/o certificados para
exportación. De ellos 2.222 hectáreas son de raps transgénico certificado, 431 son de maíz transgénico y también hay 125 hectáreas de soya transgénica (Certificación de semillas 2012-2013, www.sag.cl).
Según los científicos que investigan el tema, las abejas tienen una
“atracción fatal” que las lleva a recorrer distancias mayores a las
habituales para lograr llegar a las flores del maíz en busca del polen,
en este caso transgénico. La región del BioBio ocupa el tercer lugar en
producción de semillas transgénicas de exportación, siendo las regiones
del Maule y O’Higgins las que están en el primer y segundo lugar de ese
ranking asociado a un altísimo uso de agroquímicos como el glifosato
(Roundup) y otros plaguicidas
María Elena Rozas, coordinadora de la Red de Acción en Plaguicidas
RAP-Chile, comentó al respecto: “El Servicio Agrícola y Ganadero debería
disponer la prohibición y/o suspensión inmediata del uso de
imidacloprid, clotianidina, thiametoxam y fipronil, responsables de la
mortandad de gran cantidad de familias de abejas, insectos polinizadores
y aves, ya prohibidos en Europa. La inacción en esta materia continuará
poniendo en grave peligro a estos insectos benéficos, y a la
biodiversidad. La autoridad tiene facultades para aplicar el principio
de precaución, y emular lo obrado en abril de este año por la autoridad
sanitaria europea EFSA en ese sentido. Entre las razones que
fundamentan la prohibición europea están los riesgos planteados por
estos plaguicidas presentes en el polen y néctar de cultivos atractivos
para las abejas”.
Pérdidas millonarias
Cerca de mil cajones de abejas –que en la época posterior a la
cosecha albergan aproximadamente cien mil individuos por cajón- se
malograron a partir de la primera semana de mayo de 2013, según Juan
Carlos Abarzúa, uno de los apicultores afectados, actual presidente del
Comité Apícola de Quillón. Un cajón de abejas tiene un valor que oscila
entre 55 y 60 mil pesos, por lo que las pérdidas directas llegan a los
sesenta millones de pesos, sin contar las pérdidas futuras (lucro
cesante) por la baja en su producción de miel. En la época de producción
nacen muchas crías y la población total por cajón debería llegar a
bordear las 180 a 200 mil abejas.
Ante el desastre ecológico, los apicultores dieron aviso a los
cuatro funcionarios encargados de los Prodesal locales, dependientes
entre otras, de las municipalidades de Quillón y Bulnes. El SAG en su
informe sostiene que la mortandad es causada por la varroa, un acaro.
Juan Carlos Abarzúa, de la localidad de Santa Clara en Liucura Alto,
refuta: “No se han tomado muestras que permitan asegurar eso. Nosotros
tenemos los tratamientos
adecuados y autorizados por ellos mismos. Aquí no se quiere reconocer
que las grandes forestales fumigan a destajo sin prevenir ni tampoco
avisar. También se sabe de una mosca que se introdujo para que se
comiera la polilla del pino.
Pero nosotros nos preguntamos: esa mosca tiene que mutar y ¿qué va a
comer? Se suponía que esta mosca moría en invierno! Al mismo tiempo, se
están muriendo los conejos silvestres; la gente del campo cree que
mueren por inanición después que esta mosca les pica los ojos y quedan
ciegos, chocando con los árboles. Para el SAG, los conejos mueren por
una fiebre”, continúa incrédulo Juan Carlos Abarzúa.
Inacción del SAG
En la reunión con los funcionarios del sector agrícola los
apicultores manifestaron su preocupación por uso de neonicotinoides en
las uvas para atacar dos insectos, el trips
de California y el chanchito blanco, y por el uso de carbaril en
cerezos. Se quejaron de falta de control por parte del SAG. A esa convocatoria,
INDAP llegó acompañado de la consultora BIOMIEL, representada por
Marcelo Rodríguez, cuyo planteamiento fue considerado distractivo por
los afectados. Los consultores sólo se refirieron a la responsabilidad
de los apicultores en el cuidado de las abejas, incorporando la figura
del “apicultor ausente” y atribuyendo los millones de abejas muertas a
falta de atención.
Los daños no fueron parejos. “Muchos quedamos con cero cajón, yo tenía
25 cajones y tuve pérdida total. Justo este año había hecho una
importante inversión: una centrífuga para la extracción de miel. Otro
apicultor también lo hizo, pero con fondos de Indap adquirió una
centrifuga de un valor superior a los 2.5 millones de pesos”, explica
Juan Carlos Abarzúa, agregando que la apicultura requiere mucha
atención puesto que la inversión para salir adelante es muy alta.
Continúa Abarzúa: “El 5 de julio se realizó una reunión de los
apicultores afectados con personeros de Indap, y el señor Pedro Burgos,
funcionario de SAG de la ciudad de Bulnes, y funcionarios municipales
con los respectivos encargados de los Prodesal. Les preguntamos por el
análisis sanitario que ellos hacían y no tuvieron respuesta. Tampoco
explicaron porqué SAG continúa autorizando el uso de insecticidas que
son dañinos para las abejas, ya que estamos informados que la
clotianidina y el tiametoxan son neonicotinoides que causan la muerte de
abejas y fueron prohibidos en otros países por eso, pero ellos no nos
dieron respuestas a nuestra inquietud.”
De la reunión sostenida en julio no emanaron propuestas de
solución, y un mes después los apicultores afectados sólo recibieron una
citación para formar un Comité Apícola, cuyas características no
conocen. Juan Carlos Abarzúa también criticó el rol de la consultora
BioMiel y agregó: “Duele la indolencia por parte de las autoridades con
respecto a la sustentabilidad en nuestro país y el planeta. Sin abejas
no hay futuro. Nosotros no pedimos reposición de las abejas, sino
claridad sobre qué está pasando para que se adopten las medidas
pertinentes. No se tomaron muestras sanitarias para dar una respuesta
técnica o científica”.
Los últimos incidentes de muerte de abejas a nivel global
ocurrieron a comienzos de julio de este año en Elmwood, en la provincia
canadiense de Ontario, donde se hallaron 37 millones de abejas muertas. A
su vez, la Asociación de Apicultores Británicos dijo en un reciente
informe que el último año registró la mayor pérdida de abejas en toda su
historia, en tanto que en Gerona, Cataluña, los apicultores también han
perdido millones de abejas. David Schuit, que dirige una granja de
abejas en Elmwood, señala como culpables de la pérdida de 600 colmenas
los insecticidas de la familia de los ‘neonicotinoides’, fabricados por
la transnacional Bayer.
FUENTE: periodismosanador.blogspot.com.br
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